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            EL ÉXITO O LA DERROTA SE DETERMINA POR LAS PALABRAS

            Texto Principal: Proverbios 6:2; Proverbios 10:11; Proverbios 12:19-21; Marcos 11:23

            Introducción: El poder está en la boca. Cuando confesamos que no podemos, en ese momento sufrimos una derrota. Si afirmamos que no tenemos fe, la duda se levanta como gigante y nos volvemos prisioneros de ella.

            I. LAS PALABRAS NOS DOMINAN

            No es tan malo expresar lo que está en nuestra mente si tenemos la mente de cristo (1 Corintios 2:16) “Porque ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”.

            1. No hablemos de fracaso ni de derrota. Reconozcamos que la capacidad de Dios en nosotros nos hace victoriosos.
            2. Las palabras ejercen dominio sobre nuestra vida (Proverbios 18:20-21).
            3. Saturémonos de la mentalidad Divina a través de la meditación en la Palabra de Dios; para que “La Palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”.
            4. De la abundancia del corazón habla la boca. El Señor Jesús dijo en (Mateo 12:34) “…Porque de la abundancia del corazón habla la boca”.
            5. Pensemos que mayor es El que está en nosotros, que cualquier fuerza que venga contra en contra nuestra (1 Juan 4:4).

            II. EL PODER DE LA PALABRA HABLADA

            Dios creó el universo con Palabras. (Hebreos 11:3) “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”.

            1. Las palabras son más poderosas que los tanques o las bombas que los ejércitos poseen.
            2. Dios nos dio el don de la palabra. Cuando hablamos estamos liberando un poder que afecta el mundo visible e invisible.
            3. Utilicemos las palabras de modo que ellas trabajen para nosotros y sean nuestros sirvientes. Llamemos las cosas que no son como si fuesen; el Señor Jesús lo hizo (Mateo 17:25-27) “… Sin embargo, para no ofenderles, vé al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y dáselo por mí y por ti”.
            4. Las palabras pueden hacer de nosotros un millonario o un indigente.
            5. La fe jamás se elevará por encima de las palabras de nuestros labios. No es tan malo pensar una cosa como decirla. Los pensamientos pueden venir y persistir en quedarse, pero si rehusamos traducirlos en palabras mueren antes de nacer.

            III. PENSEMOS EN GRANDE Y HABLEMOS EN GRANDE

            Cultivemos el hábito de pensar grandes cosas, y utilicemos las palabras que harán reaccionar en nuestro espíritu y nos convertiremos en conquistadores. El Señor Jesucristo es nuestro ejemplo:

            1. Las confesiones de Jesús crearon las cosas. Las confesiones de fe crean realidades. 
            2. Jesús confesó que Él era luz del mundo. Y lo fue. El mundo lo rechazó y por eso la humanidad está hundida en las tinieblas. Él afirmó ser el pan del cielo, y es cierto. Los que se han alimentado de sus palabras jamás han sufrido carencia de ninguna cosa.
            3. Nuestras palabras edifican la fe cuando las tomamos en serio y las dejamos vivir en nosotros.
            4. Nuestras palabras estarán llenas del poder creativo cuando nos apropiamos de las Palabra de Jesús; las palabras de Jesús nos llenan de Él. Las palabras del Señor Jesús alimentan y fortalece la fe dentro de nosotros. Nuestros labios deben tomar el lugar de Cristo. Nuestras palabras no deben lastimar o herir, sino bendecir y sanar.

            Conclusión: Ninguno de nosotros nacimos predestinados para la derrota, el fracaso, la debilidad y la frustración. El fracaso o el éxito lo determinamos nosotros a través de nuestras confesiones. Confesemos la palabra de Dios constantemente y ella hará. La Palabra de Dios no volverá vacía. (Isaías 55:11) “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envíe”.

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