
El plan de amor de Dios: Vida abundante para sus hijos

Abra sus ojos espirituales y vea el valor que usted tiene
Traed todos los diezmos al alfolí

(Malaquías 3:10) “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”; (Levíticos 27:30) “Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová”; (Lucas 6:38) “Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”.
Cuando nosotros pagamos los diezmos, la verdad es que, aunque sumen millones, todavía no hemos dado ni un centavo de lo nuestro. Lo único que hicimos fue devolverle a Dios lo que Él nos reclama como suyo.
Los diezmos no son ofrendas, es el 10% que le pertenece a Dios de todo lo que recibimos como pago por nuestro trabajo, esa parte le pertenece a Dios, no es nuestra.
A causa de esta obediencia, Él abrirá sobre nuestra vida las ventanas celestiales y nos prosperará sobreabundantemente. Es de esta sobreabundancia que debemos ofrendar.
La ofrenda es lo que nosotros le ofrecemos a Dios voluntariamente y a través de ella reconocemos que Dios es el propietario de todo y que lo que le ofrecemos es de lo que hemos recibido de Su mano. (1 Crónicas 29:14-16) “Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura. Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo.”.
El diezmo mide nuestra obediencia, mientras que la ofrenda expresa nuestra fe y generosidad. Algunos dicen que ellos prefieren darles sus diezmos a los pobres, a una iglesia necesitada o a alguna otra causa noble.
Eso es una muestra de ignorancia o de rebelión, pues para suplir esas necesidades no deben emplearse los diezmos.
Dios que es el dueño de los diezmos, Él dice que debemos pagarlos en Su casa, en el lugar donde somos alimentados espiritualmente.
Si usted quiere bendecir a los pobres o a otros ministerios, eso está muy bien. Puede ofrendarles todo el noventa por ciento que le queda para hacerlo. Lo que nunca debe hacer es destinar la parte de Dios para un propósito diferente al que Él la dedicó.
La Biblia dice en (Deuteronomio 16:16-17) “Ninguno se presentará delante de Dios con las manos vacías; cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado.”
Nuestras ofrendas, se convierten en la semilla que sembramos para cosechar al ciento por uno, como lo disfrutó Isaac. (Génesis 26:12) “Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová”.
En el nombre de Jesucristo declaro que todos los diezmadores andarán siempre con los cielos abiertos y no les faltará ninguna cosa buena. Declaro en el nombre de Jesús que todo el que ha ofrendado generosamente según su capacidad, esa semilla dinero, se multiplicará cien veces más, activo el poder para hacer las riquezas sobre sus vidas conforme a (Deuteronomio 8:18) “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día”. ESTA ES UNA BUENA SEMANA, LOS BENDIGO.