Algunas personas que presumen de ser espirituales dicen que el dinero es solamente algo material, que realmente no es muy importante. Quienes así piensan nunca han visto a sus hijos con hambre, nunca han estado a punto de perder su casa y tampoco han sentido la carga por la evangelización del mundo.
Hay un texto bíblico que dice que “el dinero sirve para todo” (Eclesiastés 10:19). Seguramente usted no lo había leído antes, nunca escuchó predicar sobre este texto bíblico, pero ahí siempre ha estado en su Biblia.
Una de las muchas cosas para las cuales sirve el dinero es para probar el corazón del hombre. El dinero no es bueno ni malo en sí mismo. Es lo que hacemos con él lo que demuestra la calidad de nuestra fe y nuestro compromiso con Dios. El dinero puede ser un siervo o un amo en nuestras vidas, el Señor Jesucristo dice en (Mateo 6:24) “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”.
Aquí hay varios principios que resultan indispensables para renovar nuestra mente:
Su actitud hacia el dinero y los bienes materiales prueba quien es su verdadero Dios; y todas las palabras, oraciones y actos religiosos que adopte no podrán cambiar esa verdad.
Si Jesús enseñó que no podemos servir a Dios y a las riquezas, sí podemos servir a Dios con las riquezas. Ese servicio es la prueba de nuestra fe y demuestra quien es nuestro Dios. Sigamos avanzado poco a poco, dejemos que nuestra nueva mente se empape con los principios bíblicos acerca de la prosperidad financiera.
La Biblia nos habla del joven rico que quería seguir a Jesús. Este joven parecía un buen prospecto: era respetuoso, tenía una buena religión, guardaba los mandamientos de Dios y quería unirse al grupo de los Discípulos (Marcos 10:17-22). Jesús decidió probarlo en el punto de las riquezas, y el muchacho falló la prueba.
Él estaba dispuesto a obedecerle a Dios en el asunto del adulterio, de honrar a los padres, de ser honesto, de no dar falso testimonio y guardar todos los otros mandamientos; pero su obediencia y su deseo de servir al Señor se acabaron en el momento en que el Señor habló de las posesiones materiales.
Es el cuadro de muchos que se dicen ser creyentes en la actualidad. Están dispuestos a cantar, leer la Biblia e ir al culto, hasta podrían animarse a orar por los enfermos. Pero cuando se llega al asunto de ser fiel con las finanzas ellos “se afligen por esa palabra, y se van muy tristes”.
Qué bueno que nosotros no somos así. Nuestras mentes están siendo renovadas y ahora entendemos el propósito por el cual Dios ha puesto riquezas en nuestras manos, y continuará aumentándolas. Ya no nos ponemos tristes cuando escuchamos que debemos servir a Dios con nuestros bienes, porque hemos entendido lo que dice la Biblia en (2 Corintios 9:7) “Dios ama al dador alegre”.
Dios es la fuente de las riquezas, nosotros somos los medios de distribución, cosas tremendas hará Dios con nosotros. ESTA ES UNA BUENA SEMANA, LOS BENDIGO.