¿QUÉ HARÍA CRISTO SI ESTUVIERA AQUÍ EN FORMA CORPORAL?
JESÚS DIJO: ¿QUÉ QUIERES QUE TE HAGA?
LA BENDICIÓN DEL SEÑOR NO PUEDE SER REVOCADA
Texto Principal: Números 23:19-27; Génesis 1:26-30; Efesios 1:3; Proverbios 10:22.
Introducción: Cuando Dios creó a la humanidad la creó a Su imagen y semejanza y la bendijo; somos linaje bendito del Señor. Adán y Eva menospreciaron la bendición del Señor en el Huerto de Edén; pero la bendición que menospreciaron nuestros primeros padres no desapareció ni quedó desactivada, por el contrario, Dios Padre a través del Señor Jesucristo la estableció legalmente para que nosotros la disfrutemos aquí y ahora. (Gálatas 3:13-14) “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu”. La bendición es para todo aquel que cree.
I. LA BENDICIÓN DE ABRAHAM ES LA DEL EDÉN.
Edén significa “Deleite”. Dios bendijo a Abraham y a su descendencia con la bendición del Edén. La bendición de Abraham se manifiesta a través de la longevidad (largura de años sobre la tierra), plena salud y riquezas.
- Largura de años. ¿Cuántos años quiere vivir usted? La primera vez que Dios dijo algo sobre los años que viviría el hombre sobre la tierra fue en (Génesis 6:3) “Y dijo Jehová: No contenderá mi Espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años”. Dios quiere que usted viva ciento veinte años, si sólo necesitáramos setenta, Dios hubiera dicho setenta, debemos vivir 120 años, morir jóvenes y entrados en años.
Abraham vivió ciento 175 años. (Génesis 25:7) “Y estos fueron los días que vivió Abraham: ciento setenta y cinco años”.
- La salud es parte de la bendición de Abraham. Abraham no murió por causa de una enfermedad, él disfruto de plena salud. (Génesis 25:8) “Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo”.
- La bendición de Abraham trae prosperidad financiera. (Génesis 13:2) Y Abram era riquísimo en ganado, plata y oro”.
- La bendición de Abraham también incluye a los gentiles. (Génesis 12:3) “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.
- Abraham le creyó a Dios ¿Qué creyó? Creyó que fue bendecido. (Romanos 4:3) “Porque ¿Qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia”.
II. SOMOS BENDECIDOS CON TODA BENDICIÓN.
Porque somos bendecidos, pensemos y hablemos la Palabra de fe, cambiemos nuestro modo de pensar. Hay cosas que declaramos que deben ser corregidas: “soy de familia enfermiza”; soy “pobre”. Debemos cambiar nuestro modo de pensar. La Biblia dice en (Efesios 1:3) “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”.
- El Señor Jesucristo como nuestro sustituto, llevó nuestras maldiciones para que nosotros fuésemos bendecidos.
- La bendición con que nos bendijo Dios, nadie la puede dejar sin efecto de forma parcial o total.
III. PIÉNSELO, DECÍDALO Y DECLÁRELO.
El pensamiento hecho palabra es acción, Dios creo el mundo con la palabra”. Lo pienso, lo decido y lo declaro. Decido leer la Palabra de Dios y declararla en voz alta, rehúso decir tengo fiebre, no puedo, no tengo suficiente para comprar eso. Declaro: soy rico, saludable y tengo todo lo suficiente en Cristo Jesús, soy bendecido al entrar y al salir. (Salmo 121)
- Lo pienso, lo decido y lo declaro. (Proverbios 10:22) “La bendición de Dios es la que enriquece y no añade tristeza”.
- Lo pienso, lo decido y lo declaro. Por Sus llagas yo fui sanado.
- Decido pensar como Dios, elevaré mi modo de pensar, pensaré que soy victorioso, que Dios me quiere rico, y Él quiere que yo viva ciento veinte años, sano, no débil. Lo pienso, lo decido y lo declaro.
- Declararé la Palabra de Dios, no cambiaré de un día para otro. Lo pienso, lo decido y lo declaro.
Conclusión: Lo decidí para pensarlo y lo pensé, luego lo declaré hasta que ya no tenía que pensarlo más. Cuando pude decirlo sin decidirlo o sin pensar para decirlo ya era parte de mí, y cuando lo decía ya iba lleno de fe. Recuerde: De la abundancia del corazón habla la boca, activa la bendición, déjala operar.