LAS ARMAS DE NUESTRA MILICIA NO SON CARNALES
EL ESPÍRITU SANTO EN NOSOTROS
LA FALTA DE ORACIÓN ES LA CAUSA DE LAS DERROTAS DE LOS CRISTIANOS

Texto Principal: 1 Tesalonicenses 5:17-18; Efesios 6:18
Introducción: La oración debe ser tan natural como el respirar y tan agradable como el comer, tan natural como nuestra comunicación del uno con el otro. La oración no debe ser hija de la necesidad, sino que debe basarse en el compañerismo espiritual con la Deidad de modo que nuestras necesidades sean las Suyas también; porque nosotros somos una parte de Él. Nuestro cuerpo no nos pertenece. La propiedad que tenemos no es nuestra. Nuestras habilidades no son nuestras ya que todas son de Él.
I. EL HÁBITO DE LA ORACIÓN
Los hábitos son producto de nuestra elección. Seremos lo que nosotros mismos nos propongamos. Los hábitos son conductas que repetimos muchas veces hasta que forman parte de nuestras actividades diarias. De esta manera, luego de un tiempo, los hábitos se vuelven automáticos.
- El Señor Jesús fue un hombre de oración. Él nos enseñó la oración no como un deber servil, sino como un glorioso privilegio.
- El Señor Jesucristo necesitaba de la oración. Él tomó su lugar como humano y vivió la vida humana.
- El Señor Jesucristo oraba intensamente (Lucas 22:44-46) “Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra…”.
II. LOS MISMOS PRIVILEGIOS QUE EL SEÑOR JESUCRISTO UTILIZÓ DURANTE SU MINISTERIO AQUÍ EN LA TIERRA, LOS TENEMOS NOSOTROS
El Señor Jesús no ejercitó prerrogativas durante los tres años de su ministerio más de lo que cualquier hijo de Dios pudiera ejercer actualmente. Él tuvo un cuerpo físico como nosotros con las mismas limitaciones.
- El Señor Jesucristo no utilizó recursos secretos que le pertenecían más allá de los que nos pertenecen a nosotros que vivimos y caminamos en su Nombre, podemos utilizar.
- El ministerio de sanidad del Señor Jesús ilustra lo que la vida de oración puede hacer por nosotros.
- El Señor Jesucristo no ejerció el poder divino con más exceso de lo que un hijo inteligente de Dios puede ejercitarlo en la actualidad.
- La diferencia es que Jesús sabía lo que le pertenecía y utilizó sus derechos. Si nosotros no sabemos lo que nos pertenece, no utilizaremos nuestros derechos.
III. NUESTRA NUEVA IDENTIDAD
Pertenecemos a la familia de Dios. Somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. Somos hijos de Dios (Gálatas 4:6-7) “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”.
- El Espíritu que levantó a Jesús de entre los muertos mora en nuestro cuerpo (Romanos 8:11) “Y si el Espíritu que levantó de los muertos a Cristo Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”.
- El creyente es una nueva creación, creado en Cristo Jesús (2 Corintios 5:17) “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
III. EL SEÑOR JESÚS EJERCIÓ LA AUTORIDAD QUE EL PADRE LE DIÓ
(Juan 5:26-27) “Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre”.
- Cuando Jesús echó fuera demonios, empleó la misma autoridad que le delegó a la iglesia. Él dijo en (Marcos 16:17-18) “En mi nombre echarán fuera demonios”.
- Las fuerzas del infierno no pudieron tocarlo ni hacerle daño, El simplemente empleaba la habilidad divina, la misma que él nos otorgó. (Lucas 10:9) “He aquí os doy potestad de hollar sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo y nada os dañará”.
- El veneno de las víboras no tiene poder sobre el cuerpo del cristiano que conoce su lugar en Cristo. El Apóstol Pablo desprendió una víbora que se le había pegado en la mano, él sacudió la serpiente sin sufrir ningún daño. Pablo simplemente ilustró lo que Jesús había prometido (Hechos 28:3-5) “Entonces habiendo recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al fuego; y una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano. Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros. Ciertamente este hombre es homicida, a quién, escapando del mar, la justicia no deja vivir. Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció”.
Conclusión: Jesús dijo en (Marcos 16:17) “Si bebieran cosa mortífera no les hará daño”. El veneno no podía ser administrado al Señor Jesucristo con resultados positivos. De la misma manera no será administrado al cuerpo de Cristo y ser efecto si los miembros del Cuerpo de Cristo caminamos en el conocimiento y libertad de los hijos de Dios. Esto no es exagerar, esto es simplemente caminar dentro del reino de la vida.