
PREDICANDO A CRISTO PÚBLICAMENTE Y POR LAS CASAS

EL CONOCIMIENTO DE LA GLORIA DE DIOS
JESUCRISTO EL SALVADOR

Texto Principal: Lucas 19:1-10; 1 Timoteo 1:15.
Introducción: El Señor Jesucristo entró a la ciudad de Jericó después de haber sanado al ciego mendigo que se sentaba junto al camino a la entrada de la ciudad. Cuando el Señor iba pasando por la ciudad, Zaqueo, el jefe de los publicanos de Jericó se subió a un árbol ver a Jesús (Lucas 19:5-9).
I. HOY HA VENIDO LA SALVACIÓN A ESTA CASA.
Cuando el Señor Jesús vio a Zaqueo subido en el árbol, le dijo: (Lucas 19:9) “Hoy ha venido la salvación a esta casa”.
Salvación. Gr. ‘sotería’. Significa: Liberación, preservación, sanidad, prosperidad, felicidad, rescate, bienestar general. Esta palabra se usa en sentido material y temporal y también en sentido espiritual y eterno.
Jesucristo es el Salvador del mundo. (Lucas 19:10) “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
- Salvación material: El Señor Jesucristo vino para sanar el cuerpo, el alma y proveer abundantemente para las necesidades financieras.
- Salvación espiritual y eterna: La inmortalidad de los seres humanos. La Biblia nos enseña que las almas de los seres humanos, ya sea que se salven o se pierdan, pasarán la eternidad en el cielo o en el infierno. La verdadera vida, no cesa cuando nuestros cuerpos físicos terminan con la muerte.
- Nuestras almas vivirán para siempre, ya sea en la presencia de Dios en el cielo si somos salvos, o en castigo en el infierno si rechazamos el regalo de Dios de la salvación. Tanto los impíos como los justos tienen un alma inmortal.
- El Señor Jesucristo dijo refiriéndose a los impíos: (Mateo 25:46) “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.
- Los no creyentes en Cristo, los que lo rechazaron, pasaran la eternidad en el lago de fuego, el castigo eterno. (Apocalipsis 20:15) “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”.
- Los nombres de los que se han arrepentido y aceptado al Señor Jesucristo como su único Salvador y Señor de su vida están inscritos en el libro de la vida.
II. EL AMOR DE DIOS.
El amor de Dios es eterno, Él no quiere que los seres humanos sufran el castigo eterno. (1 Timoteo 2:4) “El cual quiere que todos los hombres sean salvos y que vengan al conocimiento de la verdad”.
- Dios nos proveyó la salvación a través del Señor Jesucristo. (Juan 3:16-17).
- La salvación es por gracia (Efesios 2:8) “Porque por gracias sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”.
III. ¿QUÉ DEBO HACER PARA SER SALVO?
La salvación se recibe por la fe en el Señor Jesucristo. El carcelero de Filipos le preguntó a Pablo y a Silas, (Hechos 16:30) “¿Qué debo hacer para ser salvo?”. La respuesta fue: (Hechos 16:31) “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”.
- Con el corazón se cree y con la boca se confiesa para salvación (Romanos 10:9-10).
- Invoque el nombre del Señor y será salvo. (Romanos 10:13).
IV. PREDIQUEMOSLE EL EVANGELIO A LOS QUE VAN HACIA EL INFIERNO.
(Proverbios 24:11-12 NVI) “Rescata a los que van rumbo a la muerte; detén a los que a tumbos avanzan al suplicio. Pues aunque digas, yo no lo sabía, ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones? ¿No habrá de saberlo el que vigila tu vida? ¡Él le paga a cada uno según sus acciones!”.
Los cristianos del primer siglo cristianos tenían un celo y una pasión insaciables para persuadir a los hombres acerca de Cristo. Ellos recordaban Su promesa de regresar cuando el Evangelio fuera predicado en todo el mundo “para testimonio a todas las naciones” (Mateo 24:14).
- El poder de la intercesión. Oremos fervientemente a Dios nuestro Padre por la salvación de las almas que van camino al infierno.
- Prediquémosle el evangelio a toda criatura para que crean y sean salvos (Romanos 10:14-15).
- Prediquemos a Cristo, no religiones. Las religiones no pueden salvar al ser humano (Hechos 4:12).
Conclusión: Nosotros, el cuerpo de Cristo, tenemos la responsabilidad de predicar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo públicamente y por las casas, así como el Señor lo hizo durante su ministerio aquí en la tierra.
Las personas están esperando que les hablemos la palabra de Dios; cuando ellos oigan el mensaje, creerán en el Señor Jesucristo, porque “la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).